viernes, 28 de junio de 2019

Sobre todo, amor

Sobre todo, amor


Una familia sin amor no logrará superar los retos que traerá la vida. Los miembros de la familia deben estar dispuestos a pedir perdón y perdonar, a creer en la bondad y el amor de los otros y a dejar pasar esas pequeñas manías o rarezas de los demás que a veces nos agobian.

El único amor perfecto es el de Dios. Llenemos nuestras vidas de él dejando que su amor fluya a través de nosotros y bendiga a toda la familia.


Y nosotros hemos llegado a saber y creer que Dios nos ama. Dios es amor. El que permanece en amor, permanece en Dios, y Dios en él.
(1 Juan 4:16).

Actuar con sabiduría

Actuar con sabiduría


Un hijo sabio traerá gozo al corazón de sus padres. No entrará en conflictos innecesarios con ellos, les honrará y les bendecirá con sus palabras y acciones. Se aferrará a Dios, la fuente de sabiduría, y tomará decisiones que le agradan a él y que bendigan a sus padres.


El hijo necio echa de lado las enseñanzas de sus padres y les causa tristeza y dolor, especialmente a la madre. Necio es quien rechaza la sabiduría que viene de Dios y vive en rebeldía contra él y contra sus padres.

Bendecir a las otras generaciones

Bendecir a las otras generaciones


La familia debe valorar la aportación de todos sus miembros. Una familia fuerte aprecia a todos los que la componen sean hijos, nietos, abuelos, primos o tíos. Celebran juntos sus éxitos, se cuidan, se animan y se ayudan en los momentos de enfermedad o necesidad.


Los abuelos se alegran al ver a sus hijos criar y educar a los nietos con el mismo amor y la misma dedicación que ellos lo hicieron. Los hijos también aprenden con el tiempo a valorar el esfuerzo y sacrificio que hicieron sus padres para criarlos en un ambiente lleno de amor y de estabilidad.

La bendición de los hijos

La bendición de los hijos



Los hijos que Dios nos da son parte de la bendición que él nos concede. No debemos verlos como una carga económica o una presión sobre nosotros. ¡Todo lo contrario! Tenemos que amarlos y educarlos, enseñarles a ser buenos ciudadanos y hacerles partícipes de todas las cosas buenas que Dios nos ha dado.

La unidad en el matrimonio

La unidad en el matrimonio



Todo nuevo matrimonio debe dar prioridad a su unión y vivir de acuerdo a los mandatos de Dios. Aunque todavía pertenecemos a la familia en la que crecimos, al casarnos pasamos a ser uno con nuestro cónyuge y formamos una nueva familia. Tomaremos nuestras decisiones juntos delante de Dios y buscaremos su voluntad para nuestro futuro y bien común.